angel perez pueyoÁngel Pérez Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón, vuelve a llamar la atención al emitir una carta sobre el Santuario de Torreciudad. En ella, Pérez Pueyo se pinta como víctima, una táctica ya reconocible en litigios previos con otras instituciones. El mensaje destila inexactitudes y contradicciones, opacando su credibilidad.

Con un tono que se presume de "humilde y sincero", Pérez Pueyo alega que ha extendido la mano a la Prelatura del Opus Dei para "regularizar su situación". Sin embargo, estas palabras contrastan con sus acciones previas y mensajes, dejando en el aire la pregunta de cuál es su verdadero objetivo.

La Diócesis de Barbastro, descrita por el obispo como "pobre, envejecida y despoblada", se convierte en otra víctima en su relato. Pueyo recurre a su condición para ganar simpatía, pero este gesto podría verse como un intento más de jugar a la víctima para ocultar sus verdaderas intenciones.

El obispo afirma estar dispuesto a que "la autoridad eclesiástica competente" dirima la situación. Este punto genera más dudas, ya que parece contradictorio con sus actitudes pasadas de confrontación y unilateralidad.

Pérez Pueyo finaliza su carta invocando términos como "honestidad" y "transparencia", pero para muchos católicos de buena fe, sus palabras suenan vacías. Se cuestiona si líderes como él son los que la Iglesia necesita, cuando su conducta parece alimentada más por el ego que por la misión espiritual.

Al final del día, la controversia en torno a Torreciudad parece ser un nuevo episodio donde el ego y las agendas personales manchan la túnica de Cristo, más que una genuina búsqueda de unidad y bienestar eclesial.


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